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Relato de Ana Baquedano: Un día me mostraron desnuda y así decidí quedarme

By | Deterrence | No Comments

Cuando tenía 16 años empecé a salir con una persona a la que conocía desde que estaba en jardín de niños. Había estudiado con él toda la vida y nuestras mamás son amigas hasta el día de hoy. Era de toda mi confianza.

Unos meses después, cuando terminamos, creció en mí un miedo asfixiante, pues durante nuestra relación yo le había enviado una foto mía desnuda y comencé a preguntarme si había sido mentira cuando me dijo que la había borrado.

Me cuestioné qué pasaría en mi vida si esa foto era difundida. Me imaginé que mis padres me darían la espalda, que mis amigos se alejarían de mí, que me expulsarían de mi escuela, que nunca conseguiría un trabajo, en fin, una realidad aterradora. Pensaba que todas estas cosas pasarían por mi culpa, porque yo me expuse, yo puse mi vida en manos de otra persona.

Me daba tanta vergüenza el encontrarme en esa situación, que no me atreví a contárselo a nadie, el miedo que vivía lo estaba viviendo sola. Después de un sinfín de mañanas de despertar con la idea de la foto destruyéndome, llegué a la conclusión de que la única manera de evitarme todo ese sufrimiento era suicidándome.

Así, yo le estaba adjudicando a esa foto más valor que a mi propia vida. ¿Por qué? Porque yo sabía que el día que se hiciera pública, ante los ojos de los demás yo me reduciría al contenido sexual que mostraba esa imagen, yo dejaría de ser una persona completa y me convertiría en la destinataria de insultos, descalificaciones, insinuaciones no deseadas y un sinnúmero de actos que tendrían la intención de lastimarme.

Y así fue. Esa foto fue publicada y difundida entre las personas de mi escuela, mi familia, mi gimnasio e incluso cuando tuve la oportunidad de irme de viaje, no faltó la persona que se me acercara para hablarme de mi foto. Mis redes sociales se plagaron de mensajes y solicitudes gracias a ella. Me vi envuelta en un discurso agobiante que decía que me lo merecía, que yo había aceptado que todo el mundo me viera desnuda, que yo ahora valía menos.

Mi historia no es única, existen otras miles de personas alrededor del mundo que podrían contar el mismo relato que yo estoy contando el día de hoy. Hombres y mujeres, sin importar la edad, han sido expuestos y vulnerados de la misma forma que yo lo fui. Muchos de ellos pasaron o están pasando por esto sin el apoyo de sus seres queridos, sin un artículo en la ley que los proteja, sin un discurso que alivie su pesar.

Por eso decidí quedarme desnuda, exhibiendo ante todos mi vulnerabilidad, mi miedo y mi dolor, pero también mi fuerza. Yo tuve el privilegio de salir de ese ciclo de violencia y revictimización cuando decidí que la foto no representaba en mi vida más que los dos segundos que tardé en tomarla. Elegí contar mi historia para reclamarla como mía y transformarla en una herramienta que pudiera brindarles a otras personas el salvavidas que quizás estarían buscando.

Entendí el poder de conectarme con los demás por medio de lo que me hace sentir frágil, ya que nadie es ajeno a la fragilidad. Todos tenemos derecho a compartir con otras personas fragmentos de nuestra vida, cosas que nos alegran y cosas que nos afligen, pero también tenemos derecho a la intimidad. Ésta se construye con lo que nosotros decidimos y puede estar conformada por ideas, experiencias o actos. La intimidad puede fortalecer vínculos al ser compartida cuando nos sentimos seguros, pero al ser expuesta sin nuestro consentimiento nos hace sentir frágiles.

Bajo esta lógica, todos los que hemos compartido nuestra intimidad, en cualquiera de sus formas, somos vulnerables a que ésta se transforme en fragilidad y dependemos únicamente de la buena voluntad de las personas en las que hemos confiado, así como hay personas que ahora dependen de nosotros.

Solemos interpretar esta dependencia como poder, cuando debiéramos concebirla como una responsabilidad. Es nuestra absoluta responsabilidad el resguardar la intimidad que se nos fue confiada, porque tenemos otras vidas en nuestras manos. Nunca sabemos lo que la fragilidad pueda provocar en la otra persona, ya que varía entre la incomodidad y sentimientos de humillación, hasta ideaciones suicidas o incluso un suicidio consumado.

Ésta es una paradoja, pues al mismo tiempo que nuestra vida está en otras manos, no está en manos de nadie más que en las nuestras. La razón de esto es que nosotros decidimos el valor que le damos a esta intimidad, cuánto significa para nosotros y cuánto estaríamos dispuestos a hacer con tal de mantenerla en secreto.

Les recuerdo que en algún momento sentí que había puesto mi vida en manos de alguien más, haciendo referencia a que le había enviado una foto mía sin ropa, porque para mí esa foto mostraba lo más íntimo de mí, mi cuerpo. Por las malas aprendí que lo más íntimo nunca va a poder ser plasmado en una imagen. Lo más íntimo no lo iban a poder conocer los espectadores que vieron mi cuerpo desnudo. Lo más íntimo es mío y siempre lo será, por lo tanto no fui realmente expuesta, sólo me lo hicieron creer.

Me dijeron que me habían visto completa y les creí, me dijeron que sabían qué clase de persona era yo, y les creí. Pero viéndolo en retrospectiva, lo que lograron fue enfrentarme a todos mis miedos y orillarme a tomar una decisión, y ésta fue elegir mi versión en lugar de la suya.

Ésta decisión fue la que me salvó la vida y estoy convencida de que será la que le salve la vida a las demás personas que son víctimas de un discurso social revictimizante, que busca desacreditar y lastimar. Y así como podemos protegernos a nosotros mismos, podemos proteger a otros.

Somos capaces de elegir las palabras con las que construimos a las demás personas, por lo que deben ser amables. Somos capaces de elegir cómo reaccionamos ante las vivencias de otros, por lo que debe ser con bondad.

Convirtámonos en las personas que nos gustaría encontrarnos por la vida, personas respetuosas y confiables, que nos garanticen que nuestra fragilidad no se usará para lastimarnos sino que servirá para poder desnudarnos en esencia frente a otros, conectarnos, entendernos y apoyarnos.

Relato de Ashley Reynolds: Quiero que las personas recuerden mi historia

By | Deterrence | No Comments

No quiero que las personas me recuerden. Quiero que recuerden mi historia. Era finales de mayo de 2009, y había terminado mi primer año de preparatoria. No había pensado cómo quería pasar ese verano. Me había inscrito para una clase de verano para tomar historia universal, esperando poder abrir más oportunidades para tomar clases de nivel universitario para cuando estuviera en el último año de la preparatoria. Aunque temía que tendría que dedicar un mes de mis vacaciones de verano a clases, eso no era nada comparado con lo inesperado de los siguientes 5 meses de mi vida en los que fui esclava de un hombre extraño quien eventualmente supe que tenía el doble de mi edad.

 

El inicio

La primera vez que estuve en contacto con mi agresor, yo no le había hecho caso. Recibí un mensaje en MySpace de una persona con el nombre de “Capitán Obvio”. El título del mensaje era “Tengo fotos tuyas desnuda, abre esto”. No le presté atención. La verdad, supuse que era una cadena de spam y lo ignoré porque sabía que nunca me había tomado fotos desnuda. Él seguía diciéndome que tenía fotos desnuda de mí y que si no quería que se las mandara a mis amigos, tenía que obedecerlo. Insistió que tenía fotos mías, y allí fue cuando inició la manipulación. Empecé a pensar “¿qué tal si en serio tiene fotos mías? Yo tenía una webcam – qué tal si la dejé encendida y me vio cambiarme, o algo. Después de incontables intentos de contactarme, por fin me rendí. Él quería 7 fotos mías y dijo que una vez que le diera lo que pedía, me dejaría en paz. Siendo inocente en ese momento, me rendí e hice lo que tenía que hacer para nunca más escuchar de este tipo. Él decía que era como de mi edad, y tenía una foto de perfil para parecerlo – de hecho, tenía muchos perfiles, muchos nombres y muchas fotos. Me tomaba fotos para él cada noche. Esa era mi nueva normalidad. Lo que inició con 7 fotos, terminó con una lista de más de 60. Cada noche. Las fotos estaban organizadas por categorías. Diferentes poses, diferentes posiciones, diferentes cosas que quería que me hiciera. Me había robado mi inocencia, mi dignidad; todo el respeto que me tenía a mí misma. Me sentía disgustada y avergonzada.

La verdad sale a la luz

Esto siguió por meses hasta que mis padres hicieron lo correcto y sin que yo lo supiera, entraron a mi cuenta de MySpace para revisar lo que estaba haciendo con mi vida cibernética. Lo inevitable sucedió, y se dieron cuenta de lo que secretamente estaba sucediendo. Una noche, cuando estaba en un club cristiano de mi escuela llamado “Young Life”, mi mamá me mandó un mensaje diciendo “Papá y yo vamos a ir por ti”. La ansiedad me atacó y empecé a tener pánico. Cuando llegamos a casa, me llevaron a su recámara, donde estaba la computadora de la casa. Apuntó al monitor y preguntó “¿qué es esto?”. Yo estaba en shock. Grité y caí al piso. Las lágrimas corrían por mi cara. Mi papá gritaba y mi mamá lloraba.

Era un caos total.

Una gran parte de por qué fue tan difícil para mí decir lo que estaba pasando es que yo tenía miedo. Tenía miedo de que todo esto fuera mi culpa, y que me pudiera meter en problemas. No sé qué llevó a mi mamá a encontrar al Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados (NCMEC), pero esa fue la decisión que salvó mi vida. Ellos fueron los que involucraron el FBI, que eventualmente perseguirían a Lucas Michael Chansler y pondrían fin a sus delitos.

Decidí abrir otro MySpace, esta vez usando el nombre Ash, y con mi segundo nombre en lugar de mi apellido. Mi foto de perfil estaba tomada de lejos, así que era difícil saber quién era la de la foto. Esto fue un error. Estoy segura que en días de haber creado una nueva cuenta, él me encontró.
No solo me encontró, pero estaba más enojado que nunca. Y fue entonces cuando recibí una llamada de un amigo diciendo que alguien le había mandado una foto desnuda de mí. Me junté con todos mis amigos y les dije lo que me pasó. No podía verlos a los ojos, y mucho menos decirles lo que había pasado. Por suerte para mí, mis amigos son extraordinarias personas que me comprendieron y me apoyaron al 100%.

 

“Se acabó”

Era abril de 2010 cuando por fin escuché las palabras que jamás esperé oír – “se acabó”. El FBI le llamó a mi mamá, diciéndole que ya lo habían atrapado. Resulta que vivía en Florida, tenía 27 años y que le había hecho exactamente lo mismo a más de 350 chicas. Hicieron una redada en su casa y encontraron en su computadora imágenes gráficas de chicas de todas las edades. La más joven tenía solo 8 años. No éramos nada para él – solo éramos archivos. Estábamos en folders en su computadora con etiquetas como “En progreso”, “Trabajándolas”. Nos estaba robando la inocencia de nuestras vidas.

Lo detuvieron y yo fui libre. Mis noches de miedo, ansiedad y lágrimas se habían terminado.

En ese momento, el peso que traía en mi espalda desapareció. Después de eso, vinieron cuatro años de silencio.

No fue sino hasta principios de noviembre de 2014 que recibí una llamada del Agente Especial Larry Meyer, quien después se convirtió en mi más grande héroe.

Me invitó a Jacksonville, Florida, donde Lucas Michael Chansler estaba siendo procesado por lo que había hecho. Allí fue donde yo y otras 3 valientes víctimas suyas dimos nuestro testimonio a la corte, dándoles a conocer nuestro lado de la moneda de los horrendos actos a los que nos había sometido.

Todas habíamos sido llamadas a declarar ante la corte. Cada una tan diferente, pero tan similar a la vez. Una de las víctimas fue dañada de tal forma de lo que Chansler le hizo, que no pudo leer el testimonio. Cuando su mamá se paró en el estrado para leer su carta, fue cuando en realidad me impactó: “regresaba a casa de la escuela, y buscaba lugares para colgar una cuerda”. Esto se quedó conmigo hasta hoy. Esta chica fue tan dañada por lo que hizo Chansler que hizo planes para acabar con su propia vida.Esta era una chica. Había 350 como nosotras.

Por qué estoy alzando la voz sobre la sextorsión

¿Por qué yo? Me preguntaba a menudo. No fue hasta que decidí hacer pública mi historia que finalmente tuve la respuesta a esa pregunta que me hacía todos los días. Son mis palabras y mi historia lo que evitará que la siguiente Ashley Reynolds sea secuestrada desde su monitor. Quiero ayudar a quienes están en esta situación y son ignoradas. Mi caso tal vez no se tome tan en serio como otros. Nunca me tocó. No me violó. Nunca lo vi en persona hasta que estuvo detenido. Pero lo que hizo fue siniestro. Me forzó a hacerlo yo misma. Me he culpado muchas veces, sabiendo que esto lo estaba haciendo yo.
Este es un tema de conversación. Esta es una amenaza que enfrentan generaciones pasadas y futuras, una víctima silenciosa a la vez. Siempre recordaré el nombre Lucas Michael Chansler. Y por lo que él toca, siempre me recordará como un folder en su computadora llamado “En progreso”.

Sextorsión: ¿Qué necesitas saber?

By | Deterrence | No Comments

Los equipos de seguridad en línea de las plataformas digitales como Facebook y Twitter trabajan de manera constante para que conozcas todas las opciones para mantenerte seguro en línea.

No sólo queremos enseñarte todas las herramientas que te ayudan a denunciar contenido abusivo, sino además las formas en las cuales puedes protegerte y garantizar tu navegación segura. Para ayudar a identificar, proteger y combatir la Sextorsión – la amenaza de divulgar imágenes íntimas por parte de terceros para obligar a una persona a hacer algo contra su voluntad – expertos de Facebook y Twitter que forman parte de la campaña #DeténLaSextorsión en sociedad con REDIM y REDLAMYC, te dan algunos consejos importantes:

Conoce y explora los centros de ayuda y seguridad en línea de las plataformas digitales que usas, donde encontrarás información y recursos importantes para tu seguridad. De esta manera, si algo malo te sucede a ti o a un amigo, tendrás la información necesaria para obtener ayuda.

Ten más control sobre tu experiencia en línea. Recuerda que tienes opciones cuando se trata de quién puede ver lo que está en tu perfil, como tus publicaciones o tweets. Descubre más sobre la configuración de privacidad y seguridad de Facebook y los controles de tu experiencia en Twitter.

 

CONSEJOS DE FACEBOOK

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Realiza una comprobación de privacidad mensual. Como puedes cambiar de opinión de vez en cuando, tal vez has compartido algo hace algunos meses que prefieres compartir con un grupo más pequeño de personas ahora, por ejemplo. Por lo tanto, es una buena idea comprobar tu configuración de privacidad de vez en cuando para asegurarte de que tu información se comparte sólo con las personas que deseas.

Utiliza solo contraseñas seguras. Algunos consejos importantes son:

  • Nunca compartir sus contraseñas con nadie;
  • Elegir contraseñas largas que sean difíciles de descubrir, incluyendo letras, números y caracteres especiales;
  • Utilizar una contraseña diferente para cada cuenta. Hay aplicaciones disponibles que pueden ayudarte a generar contraseñas fuertes y administrar todas ellas;
  • Habilitar la autenticación de dos pasos en tus cuentas de Facebook y Twitter.

Ten especial cuidado al interactuar en línea con personas que no conoces en la vida real. Las redes sociales son espacios te conectes con las personas y las cosas que te importan. Antes de aceptar la solicitud de amistad de alguien, es importante que eches un vistazo al perfil de la persona. ¿La conoces personalmente? ¿Tienen amigos en común? Las personas con malas intenciones pueden fingir ser alguien que no son e incluso fingir ser un amigo o conocido tuyo. Si alguien no es quien afirma ser, puedes denunciar ese perfil en Facebook y Twitter.

  • Protégete contra los abusos y recuerda que tienes la opción y el derecho de, en cualquier momento, deshacer la amistad, dejar de seguir, silenciar o bloquear a las personas que te incomoden en línea. Más información sobre cómo reportar abusos en Facebook y Twitter.
  • Denuncia si alguien está amenazando con compartir sus fotos personales a terceros sin su permiso. Nuestros equipos de seguridad en línea están a su disposición para ayudarle. Denuncie posibles casos de amenaza de compartir un material íntimo aquí en Facebook.

CONSEJOS DE TWITTER

Twitter cuenta con una política sobre la explotación sexual de menores, que no es tolerada en la plataforma. Las denuncias relacionadas con este tema se pueden hacer en este enlace. En el caso de mayores de edad, denuncias de exposición de informaciones privadas pueden ser realizadas en este enlace.

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  • Ayuda a tus amigos a denunciar. Este tipo de situación puede ser bastante estresante. Contar con la ayuda de un amigo que te ayude a denunciar en las plataformas digitales, o que pueda estar contigo en una conversación con un adulto, puede hacer todo más fácil.
  • Recuerda que Facebook, Twitter y otras plataformas digitales deben ser espacios seguros y acogedores para te conectes con tus amigos. Si te sientes amenazado, no esperes – platica con una persona adulta de tu confianza.

Entra www.detenlasextorsion.org y conoce cómo ayudar a detener la Sextorsión antes de que comience.